¿Cuánto sabemos realmente acerca de la prostitución? ¿O quizás deberíamos hablar de prostituciones? Existe en el ideario común la idea de que hay distintas formas de ejercer esta actividad: en clubes, en la calle, en pisos particulares o en agencias… En nuestro programa de hoy ponemos el foco en esta última. Una semana más, Experto en Igualdad y Lunawine nos adentran en esta interesante realidad para contribuir a transformar ese conocimiento intuitivo que poseemos acerca del sexo de pago en un conocimiento sociológico y empírico. Para ayudarnos a conocer los entresijos de esta modalidad de trabajo sexual, el programa analiza el testimonio de Natalia, una trabajadora sexual de veintitrés años que reconoce que «disfruta de su trabajo, el cual le permite divertirse y le da mucha libertad para hacer planes».

Los conductores del programa analizan las declaraciones de la invitada para trasladar al espectador un relato desmenuzado de la entrevista con la trabajadora sexual, quien reconoce que tras recibir la propuesta inicial de una agencia dudo; sin embargo, estas dudas se fueron disipando a medida que comprobó la seriedad y profesionalidad de la empresa, así como la amabilidad de su personal. Natalia destaca la comodidad que supone trabajar para una agencia en lo relativo a la captación del cliente, una tarea de la que se inhibe, pues es la agencia quien le proporciona al cliente, al que recibe en la habitación del hotel una vez que se han realizado todas las gestiones previas, incluido el pago del servicio. 

Experto en Igualdad y Lunawine ponen sobre la mesa algunas dudas que pueden albergar los espectadores. Se preguntan, entre otras cuestiones, los inconvenientes que puede suponer el hecho de que trabajadora y cliente no se conozcan personalmente hasta el momento de la cita, así como la cuestión de los honorarios. Natalia nos responde entonces que el precio se establece por adelantado y debido a su acción de intermediación la agencia obtiene una importante comisión por cada servicio, hecho este último que la impulsó a orientarse a trabajar de manera independiente, lo cual nuestra protagonista reconoce que tiene cosas buenas, como la posibilidad de conocer al cliente y conversar previamente, lo que le permite tener un contacto más cercano, algo que valora mucho. Natalia nos explica que en muchas ocasiones durante el servicio no se mantiene sexo, sino que trascurre a través de la conversación, y sentencia: “no pagas por el sexo, pagas por el tiempo”. 

Natalia reflexiona acerca de las restricciones y ataques que ha sufrido el sector durante los últimos años. Reconoce que le afectó la normativa que limitaba los anuncios de trabajadoras sexuales en las páginas web, lo cual ha tenido repercusión en la afluencia de clientes que recibe, hecho que no ha provocado que ella rebaje sus tarifas. También nos cuenta alguno de sus secretos de marketing y fotografía para potenciar la captación de nuevos clientes. Asegura que se inició en este sector sin ningún conocimiento previo del mismo, lo hizo desencantada con los salarios y las experiencias laborales que hasta el momento había tenido en distintos sectores profesionales. Otro aspecto positivo que señala de su experiencia como trabajadora sexual es haber conocido personas muy interesantes. Entre sus clientes abundan, según nos cuenta, “chicos jóvenes que buscan en la prostitución una manera más fácil de mantener encuentros sexuales, donde se ahorran tener que usar Tinder o irse a cenar y de copas antes de tener sexo”.

El programa cierra recordando el día internacional de la trabajadora sexual, celebrado el pasado dos de junio, día en que se conmemora un encierro multitudinario de trabajadoras en la Iglesia Saint-Nizier de Lyon en 1975. Con motivo de esta fecha, el sindicato de trabajadoras sexuales OTRAS ha realizado un vídeo que podemos ver en este programa, donde nos recuerdan que las profesionales del sexo experimentan los mismos avatares, necesidades y eventualidades que la inmensa mayoría de los trabajadores, reivindicando con esto la normalización social del trabajo sexual.